"Benjamín Carrión"
MOLINOS DE MONSERRAT

sábado, 21 de septiembre de 2013

BIENVENIDOS AL BLOG DE LA CASA DE LA CULTURA COTOPAXI


El 9 de agosto de 1944, el Presidente de la República del Ecuador, doctor José María Velasco Ibarra, promulgó el Decreto Ejecutivo Nº 707, mediante el cual se crea la Casa de la Cultura Ecuatoriana; Institución orientada a fortalecer el devenir histórico de la patria y cuyo fundamental propósito busca "...dirigir la cultura con espíritu esencialmente nacional, en todos los aspectos posibles a fin de crear y robustecer el pensamiento científico, económico, jurídico y la sensibilidad artística de la colectividad ecuatoriana".

La idea partió de la necesidad de devolverle al Ecuador la confianza perdida como consecuencia de un grave quebranto territorial sufrido en 1941.

De Mariano Picón Salas, Arnold Toynbee y Keiserling tomó Carrión los fundamentos filosóficos sobre cuya base apoyó la creación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

La Casa de la Cultura Ecuatoriana lleva el nombre de su creador, Benjamín Carrión, uno de los valores más altos de las letras nacionales, escritor, lúcido ensayista y ferviente suscitador de nuestro pensamiento nacional; que luchó para reivindicar la dignidad del país, y bajo los imperativos de este compromiso, asumió el desafío que la ciencia, las letras y el desarrollo artístico cultural del Ecuador, le demandaban.

“Si no podemos ser una potencia militar y económica, podemos ser, en cambio, una potencia cultural nutrida de nuestras más ricas tradiciones.” Carrión citaba el ejemplo de naciones pequeñas como Grecia e Israel, capaces, no obstante, de figurar entre las más civilizadas y cultas de toda la historia.

La teoría de la nación pequeña, el símil del sauce podado y la fecundidad del insuficiente demostraban que un cuerpo mutilado puede actuar en plenitud de posibilidades físicas y por ende espirituales, merced a fuerzas de compensación por él desarrolladas. La Casa de la Cultura Ecuatoriana, concebida como un verdadero hogar de la cultura nacional, haría del Ecuador lo que las armas nunca podrían lograr: la expresión de una fuerza anímica bajo cuyo signo se enaltecerían las artes y las letras.

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