"Benjamín Carrión"
MOLINOS DE MONSERRAT

miércoles, 26 de marzo de 2014

A propósito de Saudade

Kurt creció.




Sucede que este filme está hecho de materiales nocivos e incendiarios. También sucede que el primer tráiler lo vi luego de una entrevista al presidente Correa. Sucedió que aquel tráiler mostraba imágenes de archivo con aquellos afectados por el inolvidable feriado del noventa y nueve. Sucedió en el canal del estado y, luego me vino toda la cosa a la cabeza; fue como un flash, como una advertencia.

Sin embargo dejé cualquier prejuicio y un poco como escuchando a esa voz pequeña me embarqué hacia las salas. En verdad con dudas y con infinita curiosidad. Luego, y ya en la sala y con la luces en off, pasó una larga elipsis y discretamente me di cuenta de mí: pensé en esa década y luego concluí en mi lejana relación con esas fechas; casi podría pensarse que con el país. Fue una tarde, jugábamos nintendo en la casa de algún compañero de facultad y luego eso: la ciudad igual que siempre, los autos yendo y viniendo, la gente un poco de pie frente a los ventanales. Luego un rumor, luego Jamil, luego un rumor más fuerte, supongo que ese día o esa noche ya en la habitación rentada yo seguía pensando en las cosas que aún no comprendía, es decir, pensando en novias, pensando en ropa, en los deberes de microbiología, no sé, en autos, en terminar la carrera, supongo que vivía sobre el Ecuador pero supongo que aún no era ecuatoriano. Luego volví a la sala.


Esos debieron ser mis primeros veinte años, pensé.

Supongo eso sucedió en Riobamba, y luego años después Riobamba ya no es ni paso obligado hacia Guayaquil. Pero en Riobamba Jamil me habló frente al parque Maldonado.

Saudade, primer filme de Juan Carlos Donoso habla de eso, de lo que estará por venir, de jóvenes que despiertan a la vida y también o quizás porque la vida les termina llegando, como si esta se les parara en frente, los retara. O sea, habla de jóvenes en mil novencientos noventa  y nueve: un grupo que asiste al colegio, que se fabrica fiestas, que se enamora con locura y que parece beber vísceras, como ocurre siempre la primera vez. Y eso es fácil recordar y eso es fácil contar y eso es igual a llevar la contabilidad de los días y de las cosas que uno alcanzó, coleccionó, robó o regaló, cosas que tuvieron su maligno o modesto precio y que en realidad no fueron y no serán y no deberían ser algo tan simple como una simple enumeración.


Un poco Saudade juega con la idea de lo irreal; de aquella falta o de aquella mirada borrosa: desenfoque, desencuadre, eso de mirar una cosa pero escuchar otra, eso de querer algo pero en realidad no saber nada.

Entonces Saudade es, se vuelve aquel malestar, aquella cosa que duele y alimenta y eso que está pero no dice donde.

Quiero creer que varios momentos del filme procuraron parecerse a las cosas que no conozco. Eso estuvo bien, eso fue fantástico y un poco fue la materia que rellena ciertos espacios que antes estaban ocupados por mis varios cuerpos que habían caído en ellos, es decir, ocupados por el cansancio de sí mismo, de los mismos miedos, de las mismas certezas, y de las cosas que uno hace con cierta habilidad, ciertas destrezas. En eso se detiene el filme, logra encontrar cosas que andaban perdidas o detrás de todas las sombras de las cosas que nombré. Pero son solo objetos, siluetas, sugerencias, nada total o definido, varios momentos le conectan a uno los cables que de fábrica llevan cinta en los extremos.

Mucho ayuda a estas ideas el escenario. El filme ocurre en los buenos valles de las afueras de Quito.

Eso, también está el tema de la actuación, y Miguel parece conectarse con lo que está ocurriendo pero en el fondo cada quien sabrá con qué o con quién conectará. Y los chicos del filme se parecen un poco y mucho a nada; pero uno los conoce, uno también está dentro de ellos y quizás una buena actuación pasa por reconocerse en algo que se mueve sobre la pantalla. Ojalá alguien más diga yo estuve en Saudade.

Kurt creció y tira rocas en Saudade.




Cineasta/literaturauce

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